–Estamos en tiempo de balances. Si tuvieras que repasar el 2011, ¿dirías que fue un año para recordar?
–Fue un gran año. Siempre prefiero pensar en el que está por empezar, en los proyectos que vienen, en seguir creciendo. Lo que le pasaba a mi personaje de Un año para recordar es que volvía a vivir el último año de su vida, y era una pesadilla. Yo, en cambio, siento que en 2011 se me cumplieron todas las cosas fundamentales que uno pide cuando está con la copa en alto el 31 de diciembre: tengo salud, trabajo –que trae dinero– y lo cerré con amor.
–¿Estás enamorada?
–Sí (lo dice sin dudar, pero después hace un silencio y mira por la ventana). Sí, estoy enamorada.
–¿Cómo se conocieron con Martín?
–Nos presentó una amiga hace bastante, pero no nos habíamos vuelto a ver. Después nos reencontramos, empezamos a hablar y a mandarnos mensajes... Pero pasaron como dos meses y pico desde que lo vi hasta que salimos por primera vez. Yo sabía que con Martín no podía caminar ni una cuadra sin llamar la atención de los medios; él no se imaginó que iba a ser para tanto.
–¿Y cómo fue la primera salida?
–Me invitó a comer a su casa. Así empezó.
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